miércoles, 18 de abril de 2007

Mientras yo agonizo...Cuentos de la nada.


Mientras yo agonizo.

I/ El no sabía que aunque esperara toda esa tarde y las que siguieran, ella no iba a volver.
Pero el será otra historia.
Yo tomaba un café cargado, sin ilusiones ni pretensiones en torno de nada, en un barcito llamado “Voyeur” y bastante venido a menos.
Leía y releía una misma nota editorial en el diario de la semana pasada, planeando sin planear un rumbo hacia el cual dirigirme.
No recuerdo haber recordado que hacia ahí, ni porque y ni siquiera como; creo haber tenido la noción de algún tipo de abandono y haber estado seguro de un posible desempleo. Se que buscaba algo, algún suceso determinante y estaba al acecho de este suceso inminente. Ella era ese suceso, en el momento crucial en el que la vi salir de su casa, en la calle de enfrente, en el aire invernal que la rodeaba. Su pelo rojo y suelto parecía tener una vida aparte de la de ella. Y sus ojos…y esas pecas.
Si alguna vez desee saber dibujar fue ese, pero no tengo ese talento.
Ella, entre hermosa e inmaculada, mientras cruzaba a sentarse en el bar, parecía ajena a toda tristeza. Tuve un acceso de locura y frustración al pensar en cuan extraño era el destino, que había hecho coincidir en una misma tarde a la bella y a mi salida tambaleante de lo del doctor con la palabra terminal resonando en mi cabeza.
Mientras la veía tomar su te y leer un diario viejo, entendí que uno no sabe nada de la vida hasta saber cierta la posibilidad de perderla. Cada vez que pensaba en esto, me venia a la mente una imagen: el humo del cigarrillo.
Este nace del fuego… se produce cuando uno, resucitando el fuego lánguido, lo aspira con ansiedad y luego lo deja escapar de los labios con determinación y a veces torpeza.
Pero el humo, a pesar de salir veloz de la boca, de pronto se detiene por unos instantes y mantiene una forma particular posado en el…
Luego de converger con ese aire que lo sostiene, morirá a manos del mismo al ser llevado a la deriva. Yo creo que la vida es algo como eso.
Deje de razonarlo cuando la vi levantarse y salir por la puerta al paraíso de la brisa invernal, entonces salí detrás de ella con convicción.
Se dirigió al parque mas cercano, de esos que casi no existen por poseer lagos y patitos.
Se sentó en el borde y se echo a llorar. Me conmovió realmente, pero no tuve tiempo de nada por que casi al instante se hallaba inmersa en una risa histérica.
Se levanto y camino sin rumbo a sol y a sombra, atravesando árboles y fuentes sórdidas, mientras yo la seguía sin que lo notara.
Después de una hora de vagar volvió al borde del lago y se echo a retozar en la hierba.
El impulso estaba a punto de arrojarme sobre ella, pero de la nada apareció un chico alto y de mirada de un gris helado. Tenia el aspecto entre bohemio y peregrino de los poetas tan bien descritos por Sartre. Se acostó al lado de la bella y luego de un momento de muda contemplación se besaron. No sentí celos para nada, ambas criaturas poseían una belleza que me atrapaba por igual, ese tipo de belleza que en el descuido te devuelve de a ratos a tu infancia. Cruzaron algunas palabras y se miraron serios, como contemplando el vacío. El partió y ella se entrego nuevamente al retozo.
Entonces volvían la frustración y la locura y me arroje sobre ella en un mar de confusión y besos alterados.
Su boca era tersa… parecía de seda. Lo que mas me turbaba era que ella no se negaba, me correspondía. Eso me turbo mas que el haberla estrangulado con mis dos manos,
Que haberla dejado entre un rosal oxidado y un pino ceniciento de años y años.
Parecía dormir en otro mundo más bello. Parecía esperar despertar… pero el peso de la muerte no la dejaba respirar.
Con ardiente horror y dolor por lo que había hecho, volví al “Voyeur” y sentir… si, sentir, como ella ya no estaba.
Entonces lo vi a el entrar en la casa de ella. Pero ella es ya otra historia.

II/ camino desde la esquina con paso rápido y solo se detuvo en el quiosco dos casas antes de la suya. Era hermoso y lo sabia… sus gestos cuando se sentó y fumo siete cigarrillos sin pausa en el portal de la casa, eran la dicha de cualquier pintor.
Después entro y salio varias veces dejando las ventanas abiertas de par en par.
Sentí esa locura y esa frustración de pesadilla y cruce la calle hacia la puerta ahora cerrada.
Mire por la ventana y lo perderse en el cuarto de baño. Entonces sin que nadie me viera a pesar de lo extraño de la situación, me metí en la casa por la ventana.
En silencio me oculte detrás de la puerta de la habitación casi vacía, solo con una pila de incontables libros en el piso y un colchón sin cama. Estaba lleno de valijas y bolsos que parecían ser hechos con prisa.
Al rato salio con una toalla cubriéndole las piernas largas, Salí de mi escondite y lo abrace por atrás. El no mostró ningún asombro, se dio vuelta y para mi sorpresa me beso con gran pasión.
Me abrazo como si yo fuese su juguete mas adorado… y eso me turbo mas que haberlo apuñalado con una daga pequeña que de pronto se había deslizado en mi mano.
Me turbo más que la sensación del peso muerto de su abrazo final, cuando sus brazos cayeron a sus lados ya sin fuerza.
Lo vi, desnudo y desangrándose… y volví a sentir horror y dolor.
Entonces huí y jamás volví. Nadie me vio ni me acuso de nada… la gente ni me notaba.
Y entonces sospeche y después de arrojarme en una mesa cualquiera del bar… comencé a pensar. Pero yo soy otra historia.

III/ los sucesos inexplicables ocurridos se empujaban para hacerse ver en el cuadro de mi cabeza.
¿Quién era yo? ¿Qué hacia y por que lo hacia? No pude responderme y no tenía indicios de mi persona, de mi identidad ni mi procedencia.
Entonces lo entendí en un lapso de lucidez provocado por la pena…
Yo era esa chica, y yo era ese chico. Era la esencia miscible de ambos.
Entonces era la agonía de su amor… y por esto estaba en estado terminal, de modo espiritual… y el doctor no existía… y yo era nada, era esencia de algo que había muerto.
¿Se habían matado entre ellos literalmente o solo de un modo poético a modo de adiós?
Yo era ahora ese humo llevado a la deriva… tenia una función que había cumplido.
Pero era injusto… brutal. Ellos murieron de modo rápido y casi sin dolor.
Muertos o no, lo estaban hace tiempo con el declive de su amor.
Sutiles y desinteresados me dejaron ir, muriendo.
Mientras yo agonizo.


Aysha Iara

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