viernes, 27 de abril de 2007

fragmento

Charles BukowskiKID STARDUST EN EL MATADERO
CHARLES BUKOWSKI

la suerte me había vuelto a abandonar y estaba demasiado nervioso por el exceso
de bebida; desquiciado, débil; demasiado deprimido para encontrar uno de mis
trabajos habituales como recadero o mozo de almacén con qué tapar agujeros y
reponerme un poco. así que bajé al matadero y entré en la oficina.
¿no te he visto ya?, preguntó el tipo.
no, mentí yo.
había estado allí dos o tres años antes, había pasado por todo el papeleo,
revisión médica y demás, y me habían llevado escaleras abajo, cuatro plantas, y
cada vez hacía más frío y los suelos estaban cubiertos de un lustre de sangre,
suelos verdes, paredes verdes. me habían explicado mi trabajo, que era apretar
un botón y luego por un agujero de la pared salía un ruido como un estruendo de
defensas o elefantes desplomándose, y llegaba la cosa... algo muerto, mucho,
sangriento, y el tipo me dijo, lo coges y lo echas al camión y luego aprietas el
timbre y ya llega otro, y después se largó. cuando vi que se iba me quité la
bata, el casco metálico, las botas (tres números menos que el que yo uso), subí
otra vez la escalera y me largué de allí. y ahora estaba de vuelta, tronado otra
vez.
pareces un poco viejo para el trabajo.
quiero endurecerme. necesito trabajo duro, muy duro, mentí.
¿y puedes aguantarlo?
otra cosa no tendré, pero coraje si. fui boxeador. y bueno.
¿ah sí?
si.
vaya, se te nota en la cara. debieron darte duro.
de lo de la cara no hagas caso. yo tenía un juego de brazos magnífico. todavía
lo tengo. lo de la cara es porque tuve que hacer algunos tongos y tenía que
parecer verdad.
sigo el boxeo. no recuerdo tu nombre.
peleaba con otro nombre, Kid Stardust.
¿Kid Stardust? no recuerdo a ningún Kid Stardust.
peleé en América del Sur, en Africa, en Europa, en las Islas, en ciudades
pequeñas. Por eso hay ese hueco en mi historial de trabajo no me gusta poner que
fui boxeador porque la gente cree que hablo en broma o que miento. lo dejo en
blanco y se acabó.
vale, vale, sube a que te hagan la revisión médica. mañana a las nueve y medía
te pondremos a trabajar. ¿dices que quieres trabajo duro?
bueno, si tenéis otra cosa no, en este momento no. sabes, aparentas cerca de
cincuenta. no sé sí darte el trabajo no nos gusta la gente que nos hace perder
el tiempo.
yo no soy gente: soy Kid Stardust.
vale, vale, dijo riendo, ¡te pondremos a TRABAJAR!
no me gustó el tono.
dos días después crucé la puerta y entré en el garito de madera y le enseñé a un
viejo la tarjeta con mí nombre: Henry Charles Bukowski, hijo, y el viejo me
mandó al muelle de descarga: tenía que ver a Thurman. fui hasta allí. había una
fila de hombres sentados en un banco de madera y me miraron como si fuese un
homosexual o una canasta de baloncesto.
yo les miré con lo que supuse tranquilo desdén y mascullé con mi mejor acento
golfo:
dónde está Thurman. tengo que ver a ese tío.
alguien señaló.
¿Thurman?
¿Sí?
trabajo para tí.
¿Sí?
sí.
me miró.
¿y las botas?
¿botas?
no tengo, dije.
sacó un par de botas de debajo del banco y me las dió. viejas, duras, tiesas. me
las puse. la historia de siempre: tres números menos. me encogían y me
espachurraban los dedos. luego me dio una ensangrentada bata y un casco
metálico. allí me quedé de pie mientras él encendía un cigarrillo. tiró la
cerilla con un floreo tranquilo y varonil.

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